miércoles, 30 de septiembre de 2009

La princesa Teguise


La Villa de Teguise fue la capital de Lanzarote desde mediados del s.XV hasta 1852, año en el que sería sustituida por Arrecife. Quizás por ello Teguise es uno de los rincones más frecuentados por quienes visitan la isla, debido a su riqueza artística y monumental; no en vano, ha sido declarada "Conjunto Arquitéctonico Histórico-Artístico", lo que la convierte en una de las villas más antiguas de Canarias que han escrito las páginas más nobles y célebres de la historia de Lanzarote; unas páginas a las que a continuación nos adentraremos para recordar la historia de la princesa Teguise, quién dió nombre a este bello municipio.

Según cuenta la leyenda, Guadarfía, el que fuera soberano de la isla, vivía con su mujer Guanarama en el castillo de Zonzamas. Frutos de sus amores nacen dos niños: Teguise y Guillén. La primera destaca por su singular hermosura, sus padres la contemplan con un cariño entrañable, deseando que cuando llegue su juventud sea colmada de las atenciones a que su estirpe es acreedora. Pasados unos años, la niña pasa a ser una guapa adolescente cuya mirada cautiva a todo aquel que la contemple. Más de un galán se prenda de la esbeltez de Teguise y, cuando contemplan las montañas de Famara o los islotes que ciñe de espumas el mar, sienten arder en sus venas el fuego del ímpetu juvenil.


jueves, 24 de septiembre de 2009

Festividad de Los Dolores

Acabamos de dejar atrás una de las fiestas más importantes de Lanzarote, las que tienen lugar cada fin de verano en Mancha Blanca en honor a Nuestra Señora de los Dolores, la Patrona de la Isla, a quien según cuenta la leyenda se le atribuye el milagro de detener la lava justo a la entrada de ese pueblo en la última erupción del volcán de Timanfaya en 1824. Aunque la devoción y el espíritu de muchos peregrinos sigue demostrándose en estos días con el mismo fervor de siempre, la forma en la que los lanzaroteños viven estas fechas en la actualidad no es exactamente la misma que la de antaño. En el libro Costumbres Canarias del escritor Isaac Viera podemos encontrar alguna reminiscencia a la vivencia de esta festividad hace algunas décadas. A continuación extraemos algunos fragmentos:


viernes, 18 de septiembre de 2009

¿De dónde vienen los nombres de algunas localidades de Lanzarote?


Lanzarote cuenta con una apasionante cultura aborigen, la cual pude descubrir hojeando libros como "Mitología de la Princesa Ico" o "Leyendas canarias". Resulta que muchos de los nombres de las distintas localidades, calles y atracciones isleñas provienen de los protagonistas de su mitología. Para entender mejor este post recomiendo leer el siguiente enlace sobre la leyenda de la princesa Ico.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Lanzarote: Aire, Agua, Fuego y Tierra

Aire, agua, fuego y tierra, son los cuatro elementos por excelencia y todos ellos se encuentran representados en la inimitable isla de Lanzarote. El aire lo proporcionan los vientos Alisios que tanto nos refrescan en verano, el agua, tratándose de una isla es omnipresente, el fuego emana de los volcanes todavía activos y en la tierra confluyen todos los elementos. El aroma de la sal se percibe en cada rincón costero, una luz intensa lo ilumina todo y  hace el paisaje aún más bello, si cabe. Pueblos auténticos y encantadores con sus casas blancas con detalles verdes o azules en puertas y ventanas. Es la isla de los contrastes: de colores, de sabores, de paisajes y de sus gentes.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Un día en La Graciosa

                                   

Desde el primer momento que vi la isla de La Graciosa desde el Mirador del Río me dije:  tengo que ir allí. Ese pequeño pedazo de tierra en medio del oceáno Atlántico que junto con los otros islotes constituyen el Parque Natural del  Archipiélago Chinijo, desprendía un encanto tan especial que deseé fervientemente cruzar aquel estrecho brazo de mar llamado El Río, único obstáculo que me separaba de ese pequeño paraíso natural. Ese día tuve que conformarme con disfrutarla desde la lejanía, que no es poco, a través de las tremendas cristaleras del Mirador, que parecen dos ojos gigantes. Cautivada por el paisaje que se desplegaba ante mis ojos como el más bello cuadro, permanecí allí largo rato. Antes de abandonar el lugar, le pregunté a uno de los camareros si me podía decir cómo llegar allí y muy amablemente me informó que tenía que tomar un ferry desde Órzola, de manera que sin pensármelo dos veces decidí que ése iba a ser mi plan para el día siguiente.

El ferry salió del muelle del pueblo pesquero de Órzola a las diez de la mañana. La travesía duró apenas veinte minutos, no obstante pude disfrutar de otra perspectiva del norte lanzaroteño, flanqueado por el imponente Risco de Famara. Lo recorrí con la mirada de arriba a abajo tratando de localizar el mirador en el que apenas un día antes me había enamorado del lugar al que me estaba dirigiendo. No fue tarea fácil debido a que el genial artista que diseñó este centro turístico, César Manrique, se las ingenió para mimetizarlo totalmente con el entorno, pero finalmente logré ganar mi particular batalla cuando conseguí avistarlo. Cuando llegamos al muelle de Caleta de Sebo, el principal asentamiento urbano de La Graciosa donde viven alrededor de 650 personas, me dispuse a recorrer sus calles de arena, pues apenas hay asfalto. A pesar de lo pequeño que es el pueblo, pude encontrar una pastelería (donde hacen unas cosas riquísimas por cierto), varios supermercados, un colegio, una pensión, un local de alquiler de bicicletas, algunos restaurantes y hasta una discoteca. Lo que más me llamó la atención fue el interior de la iglesia que albergaba una interesante y original decoración con motivos relacionados con el mar. También me encantaron los lugareños, muy amables y auténticos con sus sombreritos en forma de campana para zafarse del sol. Para descubrir más encantos de este singular paraje decidí hacer una excursión en jeep que me habían ofrecido nada más llegar al muelle. Nos pusimos en marcha por las pistas de tierra hacia la Playa de los Franceses y Montaña Amarilla, donde se encuentra la Playa de la Cocina. Haciendo honor a su nombre, la montaña tenía un color ocre intenso avivado por la luz que irradiaba el sol de mediodía, contrastando con tonos más rojizos en la parte superior y cómo no, con el azul turquesa de sus tranquilas aguas.  Me hubiera encantado quedarme más rato allí disfrutando del paisaje y de la paz que se respiraba en ese lugar, pero teníamos que seguir nuestro camino. Cruzamos la isla para dirigirnos hacia el norte y allí me topé con una de las playas más bonitas que he visto en mi vida: La Playa de las Conchas. Se trata de una extensión considerable de arena fina y blanca bañada por un agitado mar de aguas cristalinas con vistas a los otros islotes. Afortunadamente pude disfrutar de aquel espectáculo de la naturaleza largo rato, ya que había acordado con  el conductor del jeep que me vendría a recoger a las cuatro de la tarde para llevarme de vuelta a Caleta de Sebo. Lo mejor de todo era que no había casi nadie en la playa y sólo se escuchaba el ruido del mar. ¡Eso sí que es relajarse y desconectar!

A la hora convenida regresamos al pueblo y como estaba muerta de hambre me comí un pescadito con papas arrugadas en uno de los restaurantes. Como no podía ser de otra manera en un lugar con semejante tradición pesquera, estaba buenísimo.  A las seis zarpamos de vuelta a Lanzarote dejando atrás lo que para mí fue un día perfecto.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Lanzarote, la isla mágica

Este verano tuve la oportunidad de conocer por primera vez Lanzarote, esa isla de la que tan bien me han hablado no sólo mis amigos que ya habían estado por allí, sino también los medios de comunicación, sobre todo en los últimos meses con el rodaje de la última película de Almodóvar “Los Abrazos Rotos” o la vacaciones estivales del Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.
Tras poco más de dos horas de vuelo desde Madrid, aterrizo en la isla. Hace un tiempo espléndido ese día, hay calor pero nada que ver con las altas temperaturas que dejaba en la capital, y todo gracias a un aire fresco al que aquí llaman “alisios”, que se encargaba de suavizar el ambiente.
Me alojé en Costa Teguise, una tranquila zona turística de la isla en la que me dí el primer chapuzón en la playa que se encontraba justo al lado del hotel. Los primeros días los dedico a ver algunos de los Centros Turísticos que ofrece esta tierra; el primero al que me dirijo es al Parque Nacional de Timanfaya, al igual que cientos de turistas, como pude comprobar en la visita. Ahí tuve la oportunidad de disfrutar del famoso paisaje volcánico y rocoso que a uno le viene a la cabeza siempre que le hablan de Lanzarote, aunque verlo con tus propios ojos subido a un dromedario era todavía más impresionante.
También en estas vacaciones dediqué un par de días a conocer el norte de la isla, pues es aquí donde se encuentran algunos de los lugares más bellos como es el Mirador del Río, situado en un risco desde el que se puede divisar la pequeña isla vecina de La Graciosa; Los Jameos del Agua, donde pude ver los famosos endemismos de cangrejos que por allí habitan; y la Cueva de los Verdes, haciendo un apasionante recorrido por un largo tubo volcánico.
Y ya el último fin de semana lo dediqué a conocer las playas del sur así como la zona centro de la isla, en la que yo destacaría el magnífico paisaje agrícola de La Geria, que refleja el ingenio y el esfuerzo de tanta gente del campo por sacar adelante sus cultivos; el Monumento al Campesino, una de las numerosas obras del artista César Manrique; y Arrecife, la capital de la isla, una ciudad abierta al mar que ha sabido combinar la tradición con la modernidad.
Y con este periplo se fueron rápidamente los días, y cuando me dí cuenta ya tenía que recoger la maleta y poner rumbo al aeropuerto. Atrás quedaban unos días inolvidables en una isla a la que estoy convencido que volveré.