Aire, agua, fuego y tierra, son los cuatro elementos por excelencia y todos ellos se encuentran representados en la inimitable isla de Lanzarote. El aire lo proporcionan los vientos Alisios que tanto nos refrescan en verano, el agua, tratándose de una isla es omnipresente, el fuego emana de los volcanes todavía activos y en la tierra confluyen todos los elementos. El aroma de la sal se percibe en cada rincón costero, una luz intensa lo ilumina todo y hace el paisaje aún más bello, si cabe. Pueblos auténticos y encantadores con sus casas blancas con detalles verdes o azules en puertas y ventanas. Es la isla de los contrastes: de colores, de sabores, de paisajes y de sus gentes.
Pasamos de la casi extrema aridez en el sur a un oasis de extraña vegetación en el norte, de exóticas playas de arena negra como el carbón a hermosas calas de arenas blancas y rubias, de aguas tranquilas como balsas a mares bravos con agitado oleaje. Y por encima de todo se respira armonía, gracias a la perfecta conjunción entre hombre y naturaleza que tan bien supo entedender el genial César Manrique, sin el cual la isla no sería tal y como la conocemos hoy. Todo esto y mucho más es Lanzarote. ¿Te gustaría descubrirlo?
Pasamos de la casi extrema aridez en el sur a un oasis de extraña vegetación en el norte, de exóticas playas de arena negra como el carbón a hermosas calas de arenas blancas y rubias, de aguas tranquilas como balsas a mares bravos con agitado oleaje. Y por encima de todo se respira armonía, gracias a la perfecta conjunción entre hombre y naturaleza que tan bien supo entedender el genial César Manrique, sin el cual la isla no sería tal y como la conocemos hoy. Todo esto y mucho más es Lanzarote. ¿Te gustaría descubrirlo?
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