viernes, 28 de agosto de 2009

La leyenda de la Princesa Ico

Hace un par de años en mi primera visita a Lanzarote tuve la oportunidad de visitar el Monumento al Campesino, una de las joyas del artista César Manrique. De este centro turístico y cultural no sólo me entusiasmó su arquitectura tradicional, sino también todo el arte que en este lugar se albergaba y entre el que yo destacaría la galería de esculturas del ceramista Juan Brito. Su obra y su talento, hicieron que me adentrase en la apasionante historia de la preconquista de Lanzarote, un recorrido interesante que sin embargo no llegan a conocer muchos turistas que visitan la isla. Las esculturas de este artista representaban figuras legendarias de aquella época, como por ejemplo la Princesa Ico, cuya historia constituye uno de los pasajes más controvertidos de la etapa aborígen de Canarias. Cuenta la leyenda, en palabras del religioso franciscano Fray Juan de Abreu Galindo en su obra "Conquista de las siete islas Canarias", que en el año 1377 en Arrecife encalló una embarcación al frente de la cual estaba el capitán vizcaíno Martín Ruíz de Avendaño. Por aquel entonces reinaba en la isla Zonzamas, que acoge al capitán en su corte. En su breve estancia el extranjero mantiene relaciones sexuales con la reina Fayna, la bella esposa del rey. De esos encuentros nace una niña a la que llamaron Ico. El aspecto blanquecino de la recién nacida contrastaba con la tez morena de los mahos, lo que hacía pensar desde un principio que la niña no era hija legítima de Zonzamas. Pero el rey, siempre atento y cariñoso con la pequeña acalló las murmuraciones en el pueblo.
Tras la muerte de Zonzamas le sustituye en el trono su hijo Timanfaya, pero al poco tiempo es raptado con su esposa y sus súbditos por una armada, por lo que le sucede como caudillo su hermano Guanareme, que se casó con Ico y fruto de ese matrimonio nació Guadarfía. Pero la felicidad de esta pareja se trunca pronto pues Guanareme fallece súbitamente. El consejo de nobles propone que Guadarfía sustituya a su padre, una coronación que muchos no aprueban debido a la presunta bastardía de su madre, de ahí que finalmente decidan que Ico debe demostrar si es una auténtica maha para que asi su hijo pueda ser rey. Para ello la princesa es encerrada en una choza alrededor de la cual varias hogueras envuelven con su humo la estancia. Los nobles aseguraban que si una persona en esas circunstancias muere es porque "el dios desconocido" la ha castigado y si resiste es porque la protege. Ico sobrevive a esa prueba por lo que los mahos entienden que es inocente. Sin embargo, lo que hizo que la princesa saliera sana y salva, no se debía a ninguna divinidad, sino a una esponja empapada en agua que le había entregado antes de que entrara a la choza una anciana que le recomendó que se la pusiera en la nariz y respirara a través de ella.
Al superar esta difícil prueba, su hijo Guadarfía pudo acceder al trono de Lanzarote, pues los nobles ahora sí creían que su madre era hija de su abuelo, el rey Zonzamas. A partir de ese momento se inicia la conquista de la isla con la llegada en 1402 de Juan de Bethencourt, quien tuvo que enfrentarse con el noble monarca maho Guadarfía.
Aunque éste es el relato que más se ha repetido a lo largo de los años sobre la princesa Ico, su historia, a raiz de nuevas fuentes y diversas investigaciones que han ido apareciendo, presenta varias dudas, misterios y contradicciones que no han hecho más que avivar su leyenda.

No hay comentarios: