En mi reciente viaje a Lanzarote tuve la oportunidad de realizar una excursión en catamarán por las ídilicas playas de Papagayo, situadas en Playa Blanca, al sur de esta preciosa isla. Fue una experiencia inolvidable que ojalá pueda repetir algún día.
Salimos a las diez de la mañana desde Puerto Calero, un moderno y exclusivo puerto deportivo, y pusimos rumbo al sur. Nos sentamos en la proa del catamarán para no perder detalle mientras disfrutábamos de una agradable brisa marina acariciando nuestros rostros.
Toda la tripulación era muy amable y nos comentaron que era bastante común la presencia de cetáceos por las costas lanzaroteñas, de modo que no quitamos la vista de las transparentes aguas por si aparecía alguno de estos animalitos, pero no hubo suerte. Tras navegar por las costas de Puerto Calero y Playa Quemada, un pueblito pesquero muy pintoresco, llegamos al paraíso: Las playas de Papagayo. Son varias calas de dif
erentes tamaños, de fina arena blanca y aguas azul turquesa con vistas al islote de Lobos y Fuerteventura, un verdadero placer para los sentidos. Después de recorrerlas desde el mar, fondeamos frente a la Playa del Pozo y en ese momento la tripulación puso a nuestra disposición equipos de snorkel para poder disfrutar de los maravillosos fondos marinos y de la fauna que habita en ellos. Nos deslizamos por el tobogán y disfrutamos de una sensación de libertad sin igual al estar en mitad del oceáno, a bastante distancia de la costa viendo peces de colores de todos los tamaños a través de las aguas cristalinas. Al regresar al catamarán dimos un paseo en la moto acuática que también estaba incluida en la excursión y seguidamente repusimos fuerzas con un almuerzo a base de pasta con atún. Después de comer nos tumbamos en la cubierta a tomar el sol y como todo lo bueno se acaba, al cabo de un rato partimos nuevamente hacia Puerto Calero.
Toda la tripulación era muy amable y nos comentaron que era bastante común la presencia de cetáceos por las costas lanzaroteñas, de modo que no quitamos la vista de las transparentes aguas por si aparecía alguno de estos animalitos, pero no hubo suerte. Tras navegar por las costas de Puerto Calero y Playa Quemada, un pueblito pesquero muy pintoresco, llegamos al paraíso: Las playas de Papagayo. Son varias calas de dif
erentes tamaños, de fina arena blanca y aguas azul turquesa con vistas al islote de Lobos y Fuerteventura, un verdadero placer para los sentidos. Después de recorrerlas desde el mar, fondeamos frente a la Playa del Pozo y en ese momento la tripulación puso a nuestra disposición equipos de snorkel para poder disfrutar de los maravillosos fondos marinos y de la fauna que habita en ellos. Nos deslizamos por el tobogán y disfrutamos de una sensación de libertad sin igual al estar en mitad del oceáno, a bastante distancia de la costa viendo peces de colores de todos los tamaños a través de las aguas cristalinas. Al regresar al catamarán dimos un paseo en la moto acuática que también estaba incluida en la excursión y seguidamente repusimos fuerzas con un almuerzo a base de pasta con atún. Después de comer nos tumbamos en la cubierta a tomar el sol y como todo lo bueno se acaba, al cabo de un rato partimos nuevamente hacia Puerto Calero. Esta jornada puso la guinda a un viaje fantástico en el que descubrimos algunos de los encantos de la maravillosa isla de Lanzarote. Sin duda volveremos.
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